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Remordimientos calientes en Sexo, amor y otros misterios

A veces el deseo es más fuerte que la conciencia. En ocasiones nos sentimos atraídos por personas que no deberíamos pero no podemos evitarlo por más que lo intentamos. A veces, como a la protagonista del episodio Confesiones de una vagina insatisfecha, nuestras fantasías más íntimas nos juegan malas o buenas pasadas, según se mire... 


Hace aproximadamente dos años, Luis, Mara, Isabel, Oliver, Lydia y yo pasamos unas vacaciones de verano alojados en una casa rural. Durante la estancia, todas las noches justo antes de dormirme, tenía la misma fantasía. Esa fantasía mostraba una escena en la que ya había entrado la madrugada y todos dormíamos. En medio de ella yo me despertaba sintiendo mucha sed y me levantaba para ir a la cocina en busca de agua fresca. Allí, con el vaso en la mano dispuesta a beber, notaba como alguien se situaba detrás de mí y me acariciaba las caderas. Yo, asustada, me giraba instintivamente y me encontraba cara a cara con Oliver.
-¡Oliver! – exclamaba sorprendida.
-Ssshh- me pedía él con el índice en los labios. 
Seguidamente, sin ningún reparo, tocaba mi cuerpo y yo me excitaba deseando que continuase pero, de repente,
veía a su novia, mi amiga Lydia, en mi cerebro y me sentía culpable por lo que estaba sucediendo.
-¿Y Lydia? – susurraba casi jadeante.
-Lydia no importa ahora- replicaba él.
Era cierto, ¿a quién le importaba Lydia si yo estaba tan caliente? Sí, era una amiga, pero
repito: estaba TAN CALIENTE...