En el episodio Te espero, te busco, te amo, D, su protagonista, habla en silencio
al ser imaginario y perfecto que está segura de que acabará apareciendo en su vida.

(...) Continúo esperándote y me pregunto si allá donde estés, tú también aguardas por mí.
Esperar es agotador cuando la espera se prolonga demasiado. ¿No son suficientes 27 años? Es toda mi vida, desde que nací hasta ahora. ¿Cuántos años tienes? ¿Desde qué momento esperas? ¿Cuánto tiempo hace que me buscas?
La demora transcurre, las preguntas se suceden, las respuestas no encuentran su hora y lugar y la imaginación desencadena un alivio no del todo fiable para el vacío que ansía ser llenado.
Escribir para ti no difumina la necesidad de encontrarte. Es duro saber que existes pero no de forma tangible en mi mundo.
Hace poco Iván me preguntó -¿Y si no le encuentras nunca? ¿Y si no existe? Al fin y al cabo es un ser imaginario que deseas que llegue a tu vida para colmarla-. Y yo no comenté nada porque supuse que su visión racional no comprendería mi argumento: su existencia no es algo que sé, es algo que siento.
No le culpo por no creer en esto y mucho menos sabiendo lo mal que le van las cosas con Vanessa, creo que su relación está a punto de terminarse. Pobre... Pero yo sé que tarde o temprano nos encontraremos y que a partir de ese momento todo quedará equilibrado, completo, resuelto y perfecto.