Una vez iniciada la adolescencia, la masturbación es algo que nos acompaña a través de la vida alcanzando en ocasiones un protagonismo inusitado en nuestro día a día. A lo largo de la novela Sexo, amor y otros misterios el tema que se expone con tanta naturalidad como lo hace la chica cuya historia abre la novela. Ella comienza hablando así:
Sin más, le pregunté -¿Te has masturbado alguna vez pensando en mí?
Sin más, le pregunté -¿Te has masturbado alguna vez pensando en mí?
Y él contestó un tanto avergonzado –Sí, muchas veces.
Yo al oírlo no supe si debía sentirme halagada. Aún así, y sin que él me lo pidiese,
le informé –También yo me he masturbado pensando en ti muchas veces.
-¿Las chicas os hacéis pajas?- pronunció él ligeramente asombrado.
-Sí- respondí con naturalidad y sin emoción.
Con una leve sonrisa en su boca, replicó –Lo suponía, pero
ninguna me lo había dicho claramente.
Yo le miré con ironía y dije –Bueno, ya sabes que ser clara y
directa forma parte de mi encanto.
Él rió con ganas y pronunció dulcemente –Sí.
Después, allí quietos en el andén, nos besamos hasta que llegó el tren de cercanías.
Y es que cuanto más tiempo pasa, mayor es la atmósfera de intimidad y confianza que en pocos instantes puede crearse entre Nico y yo. Me he dado cuenta de que siempre que mantengamos el respeto el uno por el otro, podremos decirnos cualquier cosa sin correr el riesgo de crear un drama. Por eso no tengo miedo a la necesidad de comentarle todo lo que me inquieta antes de hacer el amor con él por primera vez. Porque el hecho de que los dos seamos vírgenes y nos encontremos en igualdad de condiciones, no aplaca ninguna de las dudas que me abordan cada vez que le doy vueltas a este asunto.
Aún no hemos hablado abiertamente de esto (creo que Nico está esperando a que yo dé el primer paso) pero tanto mis sensaciones físicas como personales, me conducen, de forma inevitable, hacia la necesidad de una unión sexual con él. Y por fortuna, mi intuición y sus reacciones indican que a mi amor le ocurre lo mismo.